29.5.06

Rp./

Interpelar a la propia producción gráfica: hablar con ella, dialogar, diagnosticarla, evaluar su salud para saber con qué tratamiento proceder.
Sintomatología que merece una prescripción:
1) Esteticismo. La forma por la forma, y nada más allá. ¿Qué dice la pieza? ¿Vale la pena hacer un afiche (gritar un afiche) para reducirlo a una textura?
2) Estratificación. Capas de gráfica que son indiferentes entre sí: fondo, figura, tipografía. Si puedo deshacer el afiche como si se tratara de una cebolla, tengo que reconsiderar la estructura.
3) Lugares comunes. Los referentes inmediatos de un objeto no logran detener la mirada. El afiche gana en la metáfora. No por la metáfora en sí, sino porque a través de ella se presentan de un modo extraño cosas que nos resultan absolutamente cotidianas.
4) Sumatoria. Consecuencia de la falta de condensación de lo investigado en una apuesta fuerte, en un configuración antes que en fragmentos significantes. La evidencia de las partes alejan la lectura del todo.
5) Ensimismamiento. Deje reposar su afiche y vuelva a ver cómo sigue el paciente más tarde. Aléjese para ver mejor. Responda con honestidad: ¿realmente se lee lo que propongo? ¿O estoy exigiendo desmedidas competencias a mi lector? Afiches con alta performance = afiches generosos.
6) Oxigenación. La proliferación de elementos en el afiche produce un efecto paradójico: lo vuelven invisible. El blanco jerarquiza, pone en valor, logra ese intervalo necesario para lograr una respuesta. Diseñar un afiche es diseñar su vacío.
7) Polifonía. ¿Estoy tomando en cuenta las voces que hablan en la voz de mi propuesta? ¿Qué lecturas sobre actos y actores sociales estoy reproduciendo?
8) Ortopedia. ¿Sostengo desde lo verbal las insuficiencias visuales? ¿Sostengo desde el esteticismo las insuficiencias conceptuales?
9) Austeridad. Restar, sintetizar, borrar, sacar, desagregar. Lo que no es absolutamente imprescindible está de más.
10) Verborragia. No hable de más. El afiche no es un relato. No describe, no explica, no argumenta. No es el libro, es el título.